domingo, 31 de enero de 2016

Presentación

¡Hola! ¡Bienvenido! Esto también es nuevo para mí, así que mejor que conocernos un poco en esta primera entrada del blog, ¿no?

¿Quien soy?

Me llamo Rai. Rai de Raisa. Si, un nombre raro. Sí, es ruso. No, no soy rusa. Si, ya sé que parezco rusa. Esas son las cuatro respuestas que doy S-I-E-M-P-R-E cuando me toca presentarme. La realidad es que nací en Donosti, donde también trabajo, aunque vivo y me considero de Pasaia. Todo esto está en Gipuzkoa, para quien ande flojo de Geografía. He pasado de los 30. Estudié Historia del Arte pero me he reinventado como chica-recibe-turistas y fregona profesional: trabajo en una pensión en la Bella Easo. Y me gusta. Y lo hago muy bien. Sí, tengo abuelas, pero no me hacen falta para estar orgullosa de hacer bien mi trabajo. También tengo un novio italiano, en adelante “Mi Tiramisú”, con quien vivo y a quien quiero una barbaridad. Es mi compañero de vida y aventuras desde hace más de tres años. Y me hace feliz. Con nosotros vive una gata, Sua, que cada día está más gorda porque solo come y duerme. La buena vida, ella sí que sabe. Tengo una hermana, en adelante “My Big Little Sister”, y un sobrino que me tiene loca y con la baba en el tobillo. También tengo una amiga, en adelante “C., mi Muy Mejor Amiga”, igual que llamaba Forrest Gump a su amiga Jenny. Os cuento todo esto para que os suenen, porque aparecerán en futuros posts SEGURO.


Me gusta la música rock. Me gusta leer, aunque no lo hago lo suficiente. Me gusta comer. Mucho. Quiero decir, me gusta mucho comer, y me gusta comer mucho. Estoy un poco gorda. Pero es que la comida está muy buena. Me gusta reírme y que la gente se ría, aunque aún no diferencio si se ríen de mí o conmigo, pero no será un problema mientras yo también lo haga (consuelo de tontos). Me declaro fan de Bridget Jones, Ángel Sanchidrián, La Vecina Rubia y el humor absurdo de Joaquín Reyes: su interpretación de Robert Smith en Muchachada Nui es una de las obras maestras audiovisuales de la post modernidad

 
Ahí va un poco de mí. Ya se irá descubriendo el resto.;)

¿Quién es La Catrana?

Buena pregunta que merece una historia. En el pueblo de mi abuelo, cuando él era pequeño, había un tipo al que le gustaban mucho los caracoles, a los que él, que era andaluz de no se sabe dónde, llamaba catranes. Así que, como en todo buen pueblo navarro poco dado a las finuras, le apodaron el Catrán. El tipo en cuestión tenía una mujer, que automáticamente pasó a llamarse la Catrana. Esta señora tenía la característica de no lavarse demasiado e ir bastante desastrosa vestida. Vamos, que era una marrana que se ponía trapos encima sin orden ni gusto. En mi familia esta imagen ha derivado en el adjetivo perfecto para esos momentos en los que estás tirado sin duchar o con capas de ropa de estar en casa un domingo a las 5 de la tarde: “¡Ánde vas así, que pareces la catrana!


Resulta que, investigando un poco, catrán en rumano significa alquitrán, algo que le va como anillo al dedo al personaje sucio de la infancia de mi abuelo. También, investigando otro poco, existe una tal familia Catrana italiana, casualmente en la ciudad de Mi Tiramisú; asi que, como las coincidencias están para quien quiere verlas, era el nombre perfecto para esta pequeña aventura del blog. La Catrana y Rai tienen en común la diarrea mental, el poco filtro a la hora de hablar y el me-importa-una-mierda si nuestras opiniones son políticamente incorrectas: a quien no le guste, que no lea.

¿Por qué un blog?

Y digo yo: ¿por qué no? La verdad es que así como siempre me ha gustado leer, siempre me ha gustado escribir, aunque nunca lo he hecho de forma continuada y sin que después de leer lo escrito no quisiera enterrar la cabeza bajo tierra de la vergüenza por las chorradas que puedo llegar a soltar. Tengo diarios de adolescente que merecen ser quemados, algo a lo que me resisto porque me provocan una extraña fascinación que me hace preguntarme hasta dónde llegaba mi gilipollez entonces (sigo siendo un poco gilipollas, pero afortunadamente es una enfermedad que va curándose con la edad).

A pesar de ello, el gusanillo de escribir siempre estaba por ahí, retorciéndose y arrastrándose y dando por culo de vez en cuando. La verdad es que escribir resulta liberador, y como tengo una opinión para casi todo y poco filtro, pues me he lanzado a ello. Además, me dicen que no lo hago tan mal, que la gente se echa unas risas con lo que leen. Mi madre, que es en parte culpable de todo esto porque ella me enseño a leer, me suele decir: “Pero qué bien escribes, jodía!”. Me lo tomo como un cumplido.

Luego está el tema del ego y del afán de protagonismo. Una compañera mía de trabajo me decía que la discreción es una gran virtud. Estoy de acuerdo con ella: es una virtud que yo no poseo. Me tiño de pelirroja, tengo ojazos azules y un cuerpo con más curvas que una carretera de montaña; además de que desde pequeña me he subido a escenarios y soy muy bocachancla. En resumen: no paso desapercibida. No es que adore ser el centro de atención, pero no le hago ascos a los halagos. Así que si esto sirve para alimentar mi autoestima, pues oye, bienvenido sea.

Pero sobre todo, de verdad de la buena, voy a escribir porque me da la gana. Porque quiero contar historias que me pasan. Porque quiero expresar mi opinión. Sobre actualidad. Sobre política. Sobre un restaurante que acabo de conocer. Sobre todo y sobre nada. Porque quiero hacer reír. Porque quiero aportar una sonrisa al mundo. Por la paz mundial. Por lo que sea. La Catrana os da la bienvenida. ¡Nos vemos en el próximo post!